El violín, la madera hecha musica

El violín es una de las más perfectas creaciones de la cultura por lograr el sonido más cercano a la voz humana. Los luthiers italianos encontraron, después de muchas experimentacíones, la forma y las maderas necesarias para construirlo aunque, como en los estradivarius se llevaron a la tumba algunos de sus secretos

El luthier, médico de la música

Hace más de cincuenta años Ettiene Vatelot penetró en el taller de luthier de su padre. Justo lo suficiente como para descubrir un poco el oficio. "Vine y ya nunca lo abandoné", explica con una larga sonrisa para la tranquilidad de numerosos músicos que apelan a sus manos de virtuoso. Todos los grandes nombres de la música actual: Mstislav Rostropovitch,Y ehudi Menuhin, lsaac Stern, frecuentan su 'atelier', en París. En un viejo apartamento, Vatelot y sus cuatro ayudantes ofician como cirujanos, operan con blusa blanca, violines, violoncellos y altos. Ninguna etapa de la vida del instrumento se les escapa: fabricación, reparación, reglage, restauración e incluso alta restauración (importantes intervenciones sobre piezas muy estropeadas). Un trabajo de paciencia y minuciosidad.

Violines inmortales 

El violín pertenece al grupo de instrumentos de cuerda más modernos, los laúdes de arco. El arco fué inventado alrededor del a50 8o0. Las cuerdas se extienden desde un puente situado sobre la tapa del instrumento hasta las clavijas de afinación, alojadas lateralmente en el clavijero. 

Los violines surgen por el año 1600 y comenzaron a desplazar a las violas en la música de corte; poseían un tono más brillante e incisivo que las violas.

Fabricar un violín lleva casi un año. Primero hace falta seleccionar la madera: el Arce o el falso plátano [ver ficha) para la espalda y los 'eclises' (bordes) mientras que es de Picea plateada (ver ficha) o Pino Negro la especie escogida para la tabla de armonía (tapa) y una franja de ébano para el batidor que va pegado al mango de Brasilian Pernanmuco (ver ficha) . La calidad y el espesor de la madera participan de la sonoridad final del instrumento. Es por ello que Ettiene Vatelot no utiliza más que Píceas que han estado al abrigo del viento, orientados al Oeste y cortados un día de luna menguante. Enseguida la madera se debe secar durante al menos diez años con el fin de evitar cualquier riesgo de deformación. ''He tenido suerte, explica, porque tengo maderas del tiempo de mi padre. Hemos realizado los últimos violoncelos con trozos del año 1906". Después comienza la fabricación de la horma diseñada por el luthier. Los violines miden entre 35 y 36 cm y pesan alrededor de 400 gramos.

Viene en seguida el labrado de la madera, enteramente manual. Atentamente, delicada mente, las manos trabajan con dulzura. Con la gubia para redondear, pero también con un minúsculo cepillo y un bisturí (una lámina muy cortante con un mango de madera modelado a la curva de la mano). Las piezas son pulidas hasta el espesor requerido (algunos milímetros solamente). Los aros de las paredes de la caja son laminados y pegados alrededor del molde. Una vez la cabeza está esculpida, se clava el mango.

La tapa del violín es el elemento crucial del que depende el tono. Tanto su su borde como el del fondo están contorneados con un filete que se incrusta en una incisión practicada con una fileteadora. Los orificios en forma de "f' u oídos del violín son cortados con una sierra de calado y pulidos cuidadosamente con una cuchilla. 

La parte más difícil detallar del violín es la barra armónica de madera de pino, que forma un ligero ángulo con el eje y que deber adaptarse a la curvatura de la tabla superior de forma que actúe como si constituyera con ella una sola pieza; es una parte fundamental para la caja de resonancia que amplifica las notas más bajas.

Las paredes de la caja se forman con delgadas bandas de Acer pseudoplatanus que se van curvando y pegando sobro seis piezas de apoyo. 

Cada violín es único y obra d. un sólo hombre. Una vez el instrumento está ensamblado con la ayuda de una cola casera hay que protegerlo con un barniz. Aquí también, cada luthier tiene su secreto de fabricación, su receta, para confeccionar una sustancia, ni demasiado grasa, ni demasiado seca. 

Un mal barniz altera el sonido

de un violín pero hacen falta aplicar muchas capas dejándolas secar convenientemente. Queda por reglar la sonoridad, si el artesano tiene buenas manos, deberá tener mejor oído. El aconseja al músico, y le dice si el instrumento es agudo, ácido, oscuro o claro.

Cada año dos o tres instrumentos ven la luz en el taller de Vatelot. Por contra un gran número, a veces prestigiosas, de piezas (stradivarius de la Corte de España o de la Filarmónica de Berlín, etc.) vuelven a la vida después de muchos meses de largos y minuciosos sonidos. Como la música, el alma de los violines es eterna. 

Encontrarse delante de un instrumento de cierta calidad para restaurarlo es una emoción especial. En el trabajo se mezclan el respeto por la obra de arte, el descubrimiento de una técnica manejada con maestría y una especie de aventura misteriosa. El restaurador es a menudo el primero en desmontar algo que ha sido fabricado varios siglos antes.

Desde 1789 la compañía danesa Emil Hjorth & Sons de Copenhage ha sido regentada por miembros de la familia por seis generaciones, siendo sólo superada por la firma inglesa W.E. Hills en Buckinghamshire (Inglaterra).  Hjorth almacena sus maderas al menos 10 años pero no las emplea hasta los 35, Ligándose a emplear maderas con 100 años de antigüedad. La madera de Arce se compra en Eslovaquia, Alemania y Suiza con la mente puesta en dos o tres generaciones más tarde. Esta se emplea para la espalda (3 'O 4 mm), lados (más finos aún) y para el cuello. 

Especies La madera de Arce o falso plátano se ha utilizado tradicionalmente para los fondos de las cajas y procede de plantaciones muy cuidadas. Los árboles no son talados hasta los 50 años y sus troncos son aserrados radialmente en forma de cuñas gruesas para aprovechar la forma abombada de la caja. El Arce pseudoplátino tiene la fibra curvada, un defecto que es aprovechado por el luthier. Las investigaciones tratan de discernir el origen de este fenómeno (el sol, la exposición, la genética ... ) pero sí se conocen sus excelentes resultados acústicos

Determinadas Piezas presentan características muy notables tanto estéticas como mecánicas para la tapa de resonancia y el alma (pieza que conecta la tapa y el fondo): un estudio de amortiguamiento del movimiento vibratorio en función de la resistencia acústica para di- versas maderas y otros materiales fue publicado por Kollman en 1950. El Abies Alba obtuvo aquí la máxima calificación. 

El abeto plateado es la especie normalmente elegida para la tapa, aunque también se utilizó la Picea abies, mientras que el resto de la caja (paredes y fondo) siempre son de arce ondulado.

Entre esas dos especies de frondosas y resinosas con diferentes cualidades acústicas se consigue la perfecta armonía del sonido del violín. Pero un violín es algo más que la caja de abeto y arce, es el mango (de pernambuco) y el batidor (de ébano). 

Las píceas se abaten en noviembre-diciembre fuera del periodo de actividad de la savia

El mango logró su forma final un siglo después de que los maestros de Cremona terminaran de crear la familia entera del violín.  Estos árboles son marcados entre los mejores ejemplares de más de 50 cm de diámetro. La mayoría de las veces, sin embargo, no llegan a reunir las características exigidas y acaban siendo destinadas a otros USOS.

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